La atención plena o mindfulness consiste en prestar atención al momento presente, de forma deliberada y sin juzgar. En la actualidad el mindfulness no solo se practica como meditación, ha transcendido sus orígenes espirituales y es practicado cada vez por más personas, organizaciones, empresas, centros educativos, y muchos terapeutas lo ponen en práctica con sus pacientes y a nivel personal. (Kabat-Zinn, 2009).
La práctica de mindfulness o atención plena se originó en las prácticas de meditación orientales, se ha descrito como: “atraer la atención completa a la experiencia presente momento a momento”. Para desarrollar la capacidad de dirigir la atención, se puede hacer mediante la práctica de meditación. (García Higuera, 2006). La mayoría del tiempo no somos conscientes de que estamos pensando constantemente y el flujo de pensamientos que invade nuestra mente no nos deja descansos para estar con nuestro mundo interior y apreciar el silencio.
Las técnicas de atención plena o mindfulness, están teniendo un papel cada vez más relevante en la terapia cognitivo conductual y se van obteniendo evidencias empíricas de su eficacia. (Thompson-Waltz, 2010). Las intervenciones que se basan en el mindfulness parecen ser consistentes con muchos otros enfoques de tratamiento con apoyo empírico, podrían llegar a proporcionar una tecnología de aceptación para complementar la tecnología de cambio ejemplificada por la mayoría de los procedimientos cognitivo-conductuales. (Baer, 2006).
En un estudio llevado a cabo por Astin (1997), basado en el entrenamiento en meditación de atención plena (Mindfulness), se examinaron los efectos de un programa de reducción de estrés de 8 semanas, los resultados pusieron en evidencia cambios significativamente en cuanto a la reducción de la sintomatología psicológica general, aumentos en el sentido general de control específico del dominio y la utilización de un modo de control que acepta o cede en sus vidas, y puntajes más altos en una medida de experiencias espirituales. Llegaron a la conclusión de que las técnicas de meditación de atención plena o mindfulness, pueden representar una poderosa estrategia cognitiva de afrontamiento conductual para transformar las formas en que respondemos a los eventos de la vida y para la prevención de recaídas en los trastornos afectivos. (Astin, 1997).
En la actualidad la literatura sugiere que las intervenciones basadas en mindfulness o atención plena pueden ayudar a aliviar una variedad de problemas de salud mental y mejorar el funcionamiento psicológico. También se sugiere que muchos pacientes que se inscriben en programas basados en mindfulness los completarán (Baer, 2006).
El mindfulness o atención plena ha tenido un gran éxito en los programas de reducción del estrés (MBSR), aplicándose en la terapia dialéctica conductual, pero también aplicándose en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). El mindfulness o atención plena, ha pasado de un concepto budista a una construcción de psicoterapia convencional. Se considera que la práctica del mindfulness o atención plena puede beneficiar tanto al paciente como al terapeuta, porque los ayuda a estar atentos. (Davis-Hayes, 2011).
Entre los beneficios del mindfulness estarían: que ayuda a encontrar y mantener el autocontrol, la objetividad, la tolerancia, mejora la flexibilidad, nos ayuda a ser ecuánimes, mejora la concentración y claridad mental, la inteligencia emocional, y la capacidad de relacionarnos con nosotros y con otros, empelando la amabilidad, aceptación y compasión (Davis-Hayes, 2011).