Muchas personas después de vivir un suceso traumático suelen tener secuelas físicas o psicológicas, ya que una exposición a eventos traumáticos o altamente estresantes en muchas personas se podría considerar casi inevitable. Muchas personas pueden reaccionar con sentimientos encontrados, miedo, terror, sentirse vulnerable o indefensión, etc., algunas personas por circunstancias diversas carecen de los recursos suficientes para afrontar la situación vivida, desencadenado así el trastorno de estrés postraumático (TEPT), en cambio otras cuentan con los mecanismos de resiliencia para hacer frente a dichas adversidades.
Teniendo en cuenta que el DSM-V, considera que los síntomas del TEPT son los pensamientos recurrentes, involuntarios e intrusivos, pesadillas sobre el suceso vivido, reacciones disociativas, malestar psicológico, reacciones fisiológicas intensas, evitación persistente a estímulos asociados o parecidos al suceso, este trastorno se podría considerar muy incapacitante, si no se trata podría hacer que la persona llegue al aislamiento social. (DSM-V, 2013).
Algunos trastornos se pueden considerar factores de riesgo previos para que se desarrolle el TEPT, pero otros pueden ser secundarios al suceso traumático. Según algunos estudios disponibles actualmente el TEPT es un trastorno complejo que se determina por factores de vulnerabilidad individual, por las características del estresor y por otras variables después de la exposición, como podrían ser la disponibilidad de soporte social y de la ayuda médica y psicológica adecuada, es decir que la incidencia del TEPT va a depender de la exposición a un trauma y de la existencia de factores de vulnerabilidad previa, y que estará moderada por las capacidades de protección individual disponibles (recursos de adaptación, autoestima, resiliencia, soporte social etc.). (Mingote, 2001).
Una investigación elaborada por Miguel Tobal, et al. (2004) en Madrid, con la intención de buscar las repercusiones psicopatológicas de los ataques terroristas del 11 de marzo en una población de 1589 personas, 324 vivían en las zonas afectadas. Se determinó que del 4% de las personas que sufrieron el Trastorno por Estrés Postraumático, el 2.3% estuvo relacionado con los ataques terroristas, cifra que fue dos veces mayor en mujeres que en hombres. (Echenique Medina, 2008).
El estudio sobre la prevalencia de sucesos violentos y Trastorno por Estrés Postraumático en población mexicana (2001 – 2002), realizado en Latinoamérica, se encontró que, de una población de 5826 individuos de 18 a 65 años de edad, el 68% ha estado expuesto al menos a un suceso estresante en su vida. (Echenique Medina, 2008).
El manual DSM-V determina como características esenciales del TEPT la aparición de síntomas que siguen después de la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, donde la persona experimenta hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física, presencia un suceso donde se producen muertes, heridos, o existe una amenaza para la vida de otras personas, conoce a través de otra persona cercana acontecimientos que implican muertes inesperadas o violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas graves. (DSM-V, 2013).
Hoy en día el TEPT incluye sucesos dentro de la normalidad y sucesos que no ha vivido por sí misma la persona, pero estos sucesos deben producir reacciones emocionales intensas (APA, 2014). Esto incluiría un mayor número de estresores para desarrollar el TEPT, y como consecuencia un mayor número de personas vulnerables a desarrollar un TEPT. (Gil Iñiguez, 2016).
En cuanto a la capacidad cognitiva anterior a la exposición es un riesgo o un factor protector para el desarrollo del TEPT, la variación explicada por la capacidad cognitiva previa al suceso se puede explicar por los factores genéticos comunes, es decir una capacidad cognitiva más baja puede ser un marcador de afrontamiento menos adaptativo contra las consecuencias adversas para la salud mental de la exposición a eventos potencialmente traumáticos. (Kremen et al., 2007).
Teniendo en cuenta que el TEPT se puede considerar una consecuencia frecuente de la guerra o el desastre, las estimaciones de la guerra de Irak indican que hasta el 30% de los veteranos de combate tienen problemas de salud mental importantes, incluido el TEPT, lo que lo convierte en un problema grave de salud pública. Por otro lado se han realizado varios estudios longitudinales de la capacidad cognitiva premórbida en la enfermedad psiquiátrica, la mayoría de ellos han examinado la esquizofrenia, otros han examinado los trastornos del estado de ánimo, por lo que estos estudios evidencian que la capacidad cognitiva premórbida más baja se asocia con un mayor riesgo de esquizofrenia. (Kremen et al., 2007).
Si tenemos en cuenta que el TEPT es una enfermedad mental relativamente común y seria y que los pacientes desarrollan síntomas tras una exposición personal a un trauma que implica amenaza de muerte o lesión grave, presenciar un acontecimiento que implica muerte, después de una lesión o amenaza para la integridad física de otra persona, etc., la exposición a los acontecimientos traumáticos crea una respuesta personal que implica miedo intenso, desamparo u horror, por lo que dejando a un lado la terapia no farmacológica, los fármacos preferidos para el TEPT son los antidepresivos, siendo los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina los que tiene más evidencias sustanciales que respaldan su uso. Es muy difícil la interpretación de los estudios de investigación sobre la eficacia y la seguridad de la farmacoterapia para el TEPT por las limitaciones metodológicas y el sesgo en la inclusión. (Alderman, 2009).
En cuanto a los rasgos de personalidad y predisposiciones, en algunos casos de TEPT puede estar implicado un factor de personalidad adicional, la impulsividad, la cual mediada por interacción genético-ambiental, influye sobre la exposición al estrés, por lo que se cree que los individuos que actúan con prisa y que asumen riesgos son más propensos a estar expuestos a experiencias estresantes que los que son cautelosos.
En una muestra de gemelos veteranos de la Guerra de Vietnam, se encontró que los niveles de exposición en combate estaban relacionados con factores hereditarios, seguramente debido a los diferentes comportamientos ante la toma de riesgos, pero en los estudios realizados con civiles con TEPT, los sucesos traumáticos tienden a suceder más a individuos con grados altos de neurotismo y extraversión y este último rasgo está relacionado con la impulsividad. Se considera que la impulsividad en sí misma no es necesariamente un factor de riesgo de TEPT. (París, 2002).
Las diferencias individuales es un principio que ha sido consistentemente confirmado con investigaciones tanto con veteranos de guerra que han desarrollado síntomas postraumáticos como con civiles que han desarrollado un TEPT y se ha llegado a la conclusión de que la respuesta al trauma está influenciada por el impacto de experiencias vitales previas, es decir que sucesos traumáticos previos aumenta el riesgo de síntomas, lo cual es consistente con una sensibilización o un mecanismo de puesta en marcha en la etiología del TEPT. También las predisposiciones relacionadas con los rasgos de personalidad pueden ayudar amplificar más las respuestas a los estresantes. Las teorías cognitivas enfatizan que el impacto de los sucesos vitales no se puede entender sin antes considerar de qué manera son procesados por el individuo. Los esquemas que gobiernan este procesamiento de la información se desarrollan a través de interacciones entre factores externos e innatos. (París, 2002).
La posibilidad de que las experiencias familiares tengan un papel en el TEPT está apoyada por la observación de que los descendientes de supervivientes del Holocausto son más susceptibles al TEPT que los descendientes de padres que no han estado expuestos a esta experiencia y que los hijos de los supervivientes tienen un índice más alto de trastorno que los mismos supervivientes. Aunque el mecanismo tras la relación entre experiencias familiares y el TEPT no esté claro una posibilidad es que los padres puedan proporcionar a sus descendientes modelos de alta sensibilidad al estrés, además de maneras menos adecuadas de conllevar el estrés. (París, 2002).
Los factores sociales ayudan a explicar las discrepancias entre la exposición a sucesos vitales adversos y las secuelas patológicas. A lo largo de la historia, el trauma ha sido más la norma que la excepción en la experiencia humana. La investigación ha mostrado consistentemente que el impacto de sucesos traumáticos se amortigua con el apoyo social y se acentúa con la ausencia de ese apoyo. Estudios realizados con veteranos de guerra de Estados Unidos y de Israel han demostrado que el papel del apoyo social es un factor protector crucial contra el desarrollo de TEPT y que un apoyo social débil puede constituir una predisposición social hacia el TEPT. (París, 2002).